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Pretérito poco perfecto

Fue una gran revolución que tuvo lugar en septiembre de 1975 en Nagashuro, una pequeñísima isla japonesa situada unos 360 km. al sureste de Shimoda, ciudad costera del centro del país del sol naciente.

Por aquel entonces Japón aún no había despertado del sueño americano, llamado milagro japonés. Pero Nagashuro era una isla muy pequeña para acoger industrias y la población demasiado escasa. No superaban los 10.000 habitantes, así que la mayoría  seguía dedicada a la pesca. Lo bueno de que el resto de país creciera es que las exportaciones y sus precios también lo hacían. La sociedad de la isla no parecía haber cambiado, pero sus gentes eran más ricas que antes y su gusto por el american way of life no encontraba una válvula de escape pues los productos occidentales no llegaban a la isla. ¿Para qué tener dinero si no puedes comprar lo que quieres?

El poder de seducción occidental era simplemente irresistible. Hacía ya algunos años desde que se empezara a oír hablar del J-Pop, la música “moderna” japonesa que incorporaba influencias de la música europea y americana. Marketing, merchandising, oh my god.

La microcultura de la isla empezó a incorporar expresiones en inglés. Y entonces empezó todo. Alguien dijo que porqué en japonés se tenían que añadir tantos sufijos, q los verbos y adjetivos en inglés eran mucho más sencillos. Los otros asintieron. Los jóvenes empezaron a hablar sin conjugar los verbos y los mayores empezaron a reclamar por carta al Primer Ministro Masayoshi Ōhira cambios en el idioma. Por supuesto no hubo cambios ni los isleños recibieron jamás respuesta alguna.

La frustración es a la ira lo que un hermoso bebé a un adolescente con granos. Tiene que pasar, es parte del proceso. Y entonces llegaron algunos episodios violentos. Algunos reaccionarios seguían conjugando a lo que hubo que responder con contundencia. Los revolucionarios arguyeron que el lema del país, “Paz y progreso”, era una contradicción en aquella situación. Para progresar había que luchar. La isla se declaró en Huelga de conjugación.

Yuito Arato era un viejo pescador que se resistía a hablar mal su idioma. Él decía que eso no era la evolución del lenguaje, que era una amputación artificial, a lo que su vecino le respondía que no era amputación, en todo caso SER una amputación.

Quiso sacar a sus hijas de esa isla de locos. Contactó con un antiguo pescador reconvertido en productor musical de J-Pop en Tokio y le habló de sus hijas. Seguro que con una buena promoción podían triunfar, aunque no fuesen muy buenas bailando y sus dotes vocales no fueran excepcionales. Una vez ellas ganaran algo de dinero tal vez podrían rescatar a su padre y llevarlo de vuelta a la civilización, donde la gente hablaba como toda la vida. Claro que había nuevas expresiones, neologismos e incluso algunas bonitas palabras que caían en el olvido, pero esa obsesión por lo nuevo de los isleños le asfixiaba, y escogió sus hijas como salvavidas.

Sus hijas triunfaron, sí. Pero después de su primer gran exito “SOS”, cuyo clip grabaron frenta a la casa de Yuito, nunca volvieron a la isla. Él seguía esperando que tal vez, algún dia, recibiría una carta indicándole dónde y cuándo debía estar en el puerto con todo su equipaje esperando un gran barco para realizar su tan ansiado sueño de huida. Pero a medida que pasaron los meses y sin quererlo fue aceptando que se había equivocado de mundo. Era una víctima de la modernidad. Y del pop. Dejó de ver la televisión para no ver a sus hijas. Fingió no haber sido padre todo lo que pudo. Hasta que un día se dio cuenta de lo bueno de no conjugar: sin referencias temporales no había tiempo.

* Ni Nagashuro ni sus personajes existen, existieron ni exisitirán, ni exisitirían, ni existieran, ni habían existido ni hubieran o hubiesen exisitido.

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